Visión eterna
El mes pasado, tuve buenas noticias del oculista: mi visión de lejos había mejorado. Bueno, pensé que era una buena noticia hasta que una amiga me informó: «La visión de lejos puede mejorar con la edad; la de cerca puede disminuir».
Su peor día
En mayo de 2011, una joven se refugió en una bañera durante un tornado que devastó la ciudad donde vivía. Su esposo la cubrió con su cuerpo y recibió los golpes de los escombros que volaban. Él murió, pero ella sobrevivió gracias al heroísmo de su marido. Como es natural, lucha con la pregunta: «¿Por qué?». Pero un año después de lo ocurrido, dijo que encontraba consuelo pensando que, aun en su peor día, se sintió amada.
¿De dónde vine?
El otro día, mi amigo afroamericano de siete años de edad, Tobías, me preguntó algo que me hizo reflexionar: «Si Adán y Eva eran blancos, ¿de dónde salió la gente negra?». Cuando le dije que no sabemos de qué «color» eran y le pregunté por qué pensaba que eran blancos, respondió que eso es lo que siempre veía en los libros de historias bíblicas y en la biblioteca. Se me partió el corazón. Me pregunté si eso lo haría sentirse inferior o que el Señor no lo había creado.
Un deudor
Se cuenta que, cuando era joven, a Robert Robinson (1735-1790) y a sus amigos les encantaba meterse en problemas. Sin embargo, a los 17 años, él escuchó un mensaje de George Whitefield, basado en Mateo 3:7, y se dio cuenta de que necesitaba que Cristo lo salvara. El Señor le cambió la vida, y se convirtió en predicador. También escribió varios himnos, entre ellos, el conocido Fuente de la vida eterna.
El brazo poderoso de Dios
Mi amiga Joann deseaba profundamente convertirse en concertista de piano, y viajar y tocar como solista o acompañante. Mientras estudiaba en la universidad para obtener su título, desarrolló una tendinitis en el brazo derecho, lo cual hizo que perdiera fuerza y no pudiera cumplir con el recital obligatorio como solista. Entonces, terminó graduándose como profesora de historia y literatura de la música.
Te llama
Con dos compañeros de trabajo, acabábamos de pasar por el control de seguridad del aeropuerto e íbamos camino a la puerta de embarque, cuando oí que me llamaban: «Anne Cetas, comunicarse con información». No es un nombre común, así que, sabía que era el mío. Supuse que, sin pensar, había olvidado algo en el mostrador al registrar el equipaje. Le pregunté a un agente y me dijo que tomara un teléfono rojo, que diera mi nombre y preguntara por qué me buscaban. Llamé, pero el operador dijo: «No, a usted no la hemos llamado». Respondí: «Pero estoy segura de que era mi nombre». Él replicó dos veces: «No, nosotros no la buscábamos a usted». Jamás descubrí por qué me habían llamado aquel día.
TE AMO…
Estábamos con mi esposo en una piscina pública, cuando la gente que nos rodeaba empezó a mirar atentamente hacia arriba. Un pequeño avión formaba letras con el humo que emitía. Mientras observábamos, el piloto escribió: «TE AMO». Todos empezamos a especular. Quizá sea una propuesta matrimonial. Tal vez un hombre romántico está con su novia en un balcón cercano, y pronto le preguntará: ¿quieres casarte conmigo? Seguimos con la mirada hacia arriba: «TE AMO, J-E-». Escuché que unas jovencitas decían: «Apuesto a que es Jerónimo o quizá Jésica». Las letras seguían apareciendo… no, era: «JESÚS». El piloto estaba declarando al mundo su amor por Jesús.
¡Puedes triunfar!
El anuncio en la radio sobre un seminario sonó intrigante. El presentador dijo: «¡Puedes triunfar sobre la muerte… para siempre! Asiste a mi seminario y te mostraré cómo hacerlo». Por un instante, me pregunté qué método daría el orador para vencer la muerte y qué sugeriría. ¿Quizá algo relacionado con una dieta o ejercicios, o congelar el cuerpo? Sin embargo, después de escuchar un poco más, me di cuenta de que había dicho: «Puedes triunfar con la suerte… para siempre».
Amigos que oran
Me encontré para almorzar con mi amiga Ángela después de varios meses sin haberla visto. Cuando estábamos por despedirnos, sacó una hoja de papel con notas de nuestro último tiempo juntas. Era una lista con mis pedidos de oración por los que ella había estado orando desde aquel entonces. Fue leyendo cada uno y preguntándome si Dios ya había contestado o si tenía que actualizar algo. Después, hablamos de sus peticiones. ¡Qué alentador es tener un amigo que ora!
El abuelo se esfumó
Mi primo Ken luchó valientemente contra el cáncer durante cuatro años. En sus últimos días, su esposa, tres hijos y varios nietos entraban y salían de la habitación, pasaban tiempo con él y compartían despedidas especiales. En un momento, cuando no había nadie en la habitación, pasó a la eternidad. Cuando la familia se dio cuenta de que había partido, una nieta pequeña dijo dulcemente: «El abuelo se esfumó». En un instante, el Señor estaba con Ken aquí en la Tierra; al momento siguiente, el espíritu de Ken estaba con el Señor en el cielo.